sábado, 4 de julio de 2009

La Corrupción del COIIM (XXIV)

"40. Dimita, Junta de Gobierno podrida, corrupta, delincuente, prevaricadora y estafadora del COIIM, porque cuando un estafador entra en tu vida, puedes darte por jodido; y cuando ese estafador es un Ingeniero Industrial Colegiado, puedes darte por tremendamente follado. Pero cuando ese estafador Ingeniero Industrial Colegiado está protegido y amparado con la connivencia del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid y con el mismo objetivo de engañar al ciudadano emprendedor, puedes darte por violentamente violado, muerto en vida, vivo en muerte. ¿Y Ustedes, miembros de la Junta de Gobierno del COIIM, son los que ejercen la correcta tutela del ejercicio de la profesión como garantía de los derechos de los ciudadanos? ¡Dimitan y pidan previamente perdón a la Sociedad!

Ocultar la estafa de su Ingeniero Industrial Colegiado; ayudarle a ejecutar esa estafa; engañar al ciudadano emprendedor al decirle, mediante visado no revocado, que un Taller de Chapa y Pintura no es un local con riesgo de incendio y explosión; omitir su deber de presentar denuncia porque conocen los hechos. Y en cambio: presentar una denuncia contra ese ciudadano; al cual denegaron además las hojas de reclamación; al cual denegaron la contestación a los burofax; al cual denegaron la petición de un perito industrial para que hiciera un informe pericial de los proyectos 200417373 y 200417617 basándose en que es algo que excede claramente las competencias de sus Colegiados; Y ciudadano emprendedor al cual expulsaron de su local declarándole persona non grata: Todos estos sucesos reales indican lo que son Ustedes, la Gran Familia de la Mafia, los Al Capone de la Ingeniería Industrial, los Vito Corleone de la Inmundicia Delictiva y un mal ejemplo para el resto de los Colegios Profesionales de Ingeniería Industrial.

¿Les gustaría que les hicieran a Ustedes lo mismo? No, ¿verdad? Dimitan si les queda una pizca de humildad y dignidad. Porque si la solución a una instalación ilegal realizada mediante unos proyectos ilegales, que fueron previamente legalizados mediante el visado ilegal de su Departamento de Visados, es que el ciudadano prosiga realizando disposiciones económicas para finalizar esa instalación ilegal y potencialmente peligrosa a la cual no darían los permisos y licencias necesarios, esa solución es prevaricativa, estafadora y peligrosa para la Sociedad."


Extracto del Libro: 1.000 motivos por los que debe dimitir la Junta de DesGobierno del COIIM, por David Orejas Demono.

Nota añadida a escondidas por Sonia:

-¿Notan Ustedes, Junta de Gobierno del COIIM, cómo les dio por culo ese Ingeniero Colegiado y cayeron en su trampa? ¡Kon Kondón, Señor DeKano, Kon Kondón!

-Sonia, definitivamente, y con precisión como le gusta precisar al COIIM, eres la más contundente precisamente.



Un sudor frío y perlado cubría su cuerpo. Willy estaba acurrucado en la oscuridad de la noche, escondido detrás de la protectora soledad de un parque y la grata compañía de unos altos matorrales. El dolor de la bala que le había atravesado el brazo ocultaba el que sentía en el pecho. Un agujero en el jersey negro le indicaba que le habían alcanzado en pleno pulmón izquierdo. Se levantó el jersey. Afortunadamente, llevaba un chaleco antibalas muy liviano y de última generación, capaz de detener una bala disparada a quemarropa. Se palpó y no notó que tuviera herida alguna que sangrara en el pecho. Le dolía, pero el brazo le quemaba.

En el ardor de la confrontación, casi no había notado siquiera el golpe de la bala, aunque sintió el impacto. El brazo tampoco sería un problema excesivo. La bala no alcanzó el hueso y siguió su rumbo atravesando su carne limpiamente. En el bolsillo inferior izquierdo del pantalón llevaba un set de cura de urgencia. Un miniset que siempre llevaba en ese atuendo, por si surgía cualquier contratiempo.

La sangre seguía saliendo, pero en menor medida. Se quitó el jersey, no así el chaleco. Observó la herida, el dolor iba en aumento, indicativo de que la adrenalina que circulaba por su cuerpo se estaba diluyendo. El set incluía un pequeño frasco de alcohol, otro de agua oxigenada, uno de betadine, unos algodones, tiritas, esparadrapos, así como unos calmantes.

Se curó lo mejor que pudo, finalizó con betadine y tapó el orificio de entrada y el de salida con unas tiritas, algodón y esparadrapo. Tomó un par de calmantes para que le atenuara el dolor. Estaba ligeramente mareado. Sentía unos pitidos en los oídos y unas chirivitas en los ojos, aquellos extraños seres que habitaban en la cavidad ocular y que indicaban que podría caerse en cualquier momento víctima de una lipotimia.

Se volvió a poner el jersey y se levantó para realizar una inspección ocular, un rápido vistazo a la zona le indicó que de momento se sentiría a salvo. Volvió a sentarse y recostarse de nuevo. Cerró los ojos, descansó durante un rato.

Transcurrida media hora, el brazo le seguía doliendo. ¡Malditos calmantes!, no valen para nada, se dijo. Volvió a tomar otro par de ellos y salió de su escondite. Caminar un rato para atravesar el parque le hizo sentir mejor, a la vez que el dolor se atenuó considerablemente. Miraba de contínuo a todo su alrededor. ¡No quería ningún contratiempo!

Ya en plena calle, siguió caminando. Había perdido ligeramente la noción del tiempo y la situación en la que se encontraba. Miraba hacia atrás para ver si aparecía un taxi. Empezó a pensar en lo que había ocurrido. Iban en serio, muy en serio. Sall tenía razón. Nombres negros.

Su suerte cambió. Una luz verde en la parte superior de un vehículo blanco se acercaba. Cogió el taxi con fortuna, pues a esas horas intempestivas, por lo general, los profesionales de la conducción de taxi lo primero que inspeccionaban con rápido detenimiento era al cliente.

-Buenas noches, dijo el taxista.

-Buenas noches, al Hospital San Carlos, por favor. Contestó Willy.

-¿Le ha pasado algo, amigo? Tiene mala cara.

-Si lo supiera...

No se dijeron nada más en el transcurso del viaje. Willy ocultó las pistolas en las perneras de sus pantalones, así como la cincha del pecho. En poco menos de media hora, llegaron a Urgencias. Willy pagó y salió pero se quedó parado, observando al taxi que descendió por la rampa y dio la vuelta. Willy comprobó que el taxista estaba llamando por radio.

-Joder, va a venir Javier en un rato. Se va a enterar y verás la charla me suelta, se dijo Willy.

Se introdujo en Urgencias. En diez minutos ya estaba siendo atendido por la atónita Doctora que estaba curando ambos orificios de bala con sorprendente agilidad, pericia y velocidad. Había ayudado a Willy a quitarse el jersey, observando que tenía un agujero. Curioso agujero pensó la Doctora. Era guapa, observó Willy en cambio.

-¿Me puede decir, ehhhh, Señor Mmmm...?

-Willy.

-¿Willy? ¿Se llama Willy? Curioso. ¿Me puede decir cómo se ha hecho estas heridas? Parecen de bala.

-Me cai haciendo footing y me clavé un pincho, ya sabe, esos que protegen el césped, doctora Mmmm...

-Mar. Ya, y dígame, ¿hace footing con un chaleco antibalas? ¿Qué es esta marca?, preguntó la doctora señalando el chaleco antibalas.

Le quitó el chaleco con cuidado. Un oscuro hematoma apareció a la vista de la doctora, justo en el pecho izquierdo de Willy. Miró a éste con una mirada de reprobación, quizás de sorpresa, pero al fin y al cabo, una intensa mirada. Inspeccionó el pecho de Willy palpándolo con cuidado. Willy en cambio se estaba mirando el brazo y la Doctora volvió su atención a las heridas de bala.

-¿Doctora Mar? Curioso nombre, comentó Willy, que alzó los ojos, desviándolos de la cura que le estaba realizando. -Sí, guapa y preciosos ojos, le dijo para intentar hacer que no pensara y se concentrara solo en la cura.

La Doctora le miró. Otra intensa mirada fue suficiente para indicarle a Willy que no tenía escapatoria.

-Preciosos ojos, volvió a decir, para intentar desviar de nuevo, cosa que no creía posible, la atención de la Doctora a otra cosa distinta al interrogatorio al que parecía estar sometiéndole.

Willy alzó los ojos, desviándolos de la cura que le estaba realizando. Sí, guapa, linda y preciosos ojos, se dijo en silencio. Empezó a fijarse con más atención en ella.

-La noche es peligrosa. Mejor prevenir, ¿no cree?, volvió a decir Willy en respuesta a la pregunta de si hacía footing con chaleco.

-Sí. Mejor prevenir. No le creo, ¿sabe?, dijo la Doctora.

Mar le dirigió una mirada que Willy no supo descifrar. Le estaba mirando directamente a los ojos, con una ligera sonrisa. La conversación parecía amigable y hasta divertida para Willy, que sonrió ligeramente. En cierto modo, un soplo de aire fresco para tan movida noche.

-¡Bien!, esto ya está. Espere un momento. Va a notar un pinchazo, es la antitetánica. Vamos a hacerle una radiografía por precaución, y otra en el pecho. No creo que haya tocado ningún órgano vital, alguna vena, ni tampoco el hueso. ¡Quédese aquí, ahora vuelvo para acompañarle a Radiología!. La doctora Mar salió de la sala de curas.

Willy se puso el chaleco y el jersey pues no tenía tiempo que perder. Le había vendado el brazo convenientemente. Se encontraba mejor. Abrió ligeramente la puerta de la sala y comprobó que la doctora estaba llegando al fondo del pasillo, donde se encontraban dos policías.

Cuando regresó la doctora, acompañada por ambos agentes, se encontró que no tenía paciente, solo una ventana abierta y una nota que decía:

-¡Gracias, preciosa! ¡Te debo una cena!


Cinco minutos más tarde, cuando Javier llegó al Hospital San Carlos, ambos agentes y la doctora se presentaron. Ella recibió una tarjeta de presentación que Javier le extendió con la mano izquierda. Le explicó lo sucedido con ese extraño paciente y le entregó la nota que le había dejado encima de la camilla. Javier conocía la caligrafía de Willy. Leyó la nota varias veces. ¡No daba crédito a lo que veía!

-¡Está Usted de suerte, doctora!, le dijo Javier, entregándole la nota.

-¿Perdón?

-Willy no tiene costumbre de piropear a una mujer. Se lo aseguro, ¡Willy se ha enamorado de Usted!

-¿Qué? ¡Oiga, tengo mucho trabajo para que venga a vacilarme!

-¡Ya se lo he dicho! ¡Debería sentirse halagada! ¡Y con la pasta que tiene el cabrón ese, está de suerte!

La Doctora Mar no salía de su asombro y eso que estaba acostumbrada a tratar a todo tipo de personas que iban durante sus innumerables guardias nocturnas. Las últimas palabras de Javier, dirigidas a ambos agentes y a la doctora fueron:

-¡Gracias por atenderme! ¡Hasta luego!

Y cuando se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la salida, iba hablando consigo mismo en tono casual y normal, girando a la vez la cabeza de un lado a otro repetidamente:

-¡Hijo de Puta! ¡Hijo de Puta!... ¡Tiene gracia el Hijo de Puta, yo currando como un capullo y él ligando con la doctora! ¿Será cabrón?

La doctora y los dos agentes quedaron más sorprendidos todavía. Ella abrió los labios ligeramente, al igual que sus párpados ascendieron por la sorpresa, como recordando a ese extraño paciente. Los dos agentes se miraron e hicieron un gesto como de: ¡No entendemos nada!, rascándose uno de ellos la nuca y el otro alzando los hombros.

-¿Me debe una cena? ¡Me debe una cena!, dijo en tono afirmativo, alzando ligeramente la voz y con cara de sorpresa, la doctora a los agentes, que la miraron más extrañados todavía.

Volvió a recordar su cara, su pelo negro ensortijado, su apuesta presencia, su pecho, sus músculos, pero sobre todo, sus modales, que parecían... que rayaban el gracioso y divertido sarcasmo. Había escuchado la explicación de ese inspector de policía a los agentes. ¡Presuntamente, ese extraño Willy había estado envuelto en un tiroteo!. Y tan pancho y tranquilo, había acudido a que le curaran una herida de bala. ¡Como si no hubiera pasado nada!

La doctora Mar se prometió conocer algo más de ese extraño personaje. Acudió a recepción de urgencias y pidió los datos de Willy. ¡No había ningún Willy que hubiera entrado para ser atendido! Miró su hoja de recepción. ¡Era, era,..., era la de una mujer! ¡No salía de su asombro!

-¡Nos ha tomado el pelo a todos!, se dijo. Su admiración empezó a aumentar. Miró la tarjeta de Javier. Se prometió llamarle para averiguar, al menos, cómo estaba la salud de su extraño paciente. ¡Al cuerno su salud! ¡Está para pegarse un buen revolcón con él!, pensó en voz alta en la recepción.

Esa noche, en el turno de guardia del Hospital San Carlos, la comidilla y el cotilleo revoloteó en la conversación de todos sus componentes por los sucesos acaecidos con la irrupción de semejante personaje. Fue en aumento cuando se enteraron que ese desconocido, ¡parecía que tenía pasta! La Doctora Mar era soltera y ¡creían todos que había sido víctima de un flechazo! No hubo burla alguna en cambio y lo que sí hubo fue mucho cachondeo.

Semejante idea de flechazo la desechó de inmediato, pero la persistencia en el cotilleo hacía... que la cara de ese desconocido volviera a aparecer en los ojos y en la mente de la Doctora Mar inesperadamente, una y otra vez, como si irrumpiera involuntariamente en su consciencia de manera repetitiva, ya fuera porque sus pensamientos se derivaban a esa inesperada visita o porque alguien le pedía que contara lo que había ocurrido. Entre ellas, el tema fue extendiéndose y agudizándose a lo largo de la noche.

La Doctora Mar ¡guardó la tarjeta de Javier! Definitivamente, le llamaría al día siguiente.


"En parte, la presente video-novela (5ª parte) está basada en hechos reales. Sus documentos gráficos así lo demuestran, no habiéndose modificado alguno. Los cargos que aquí se nombran también son ciertos, no así los nombres de las personas, que han sido cambiados para preservar su dignidad y honor."

Definición de Prevaricación según la RAE: Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.

Definición de Prevaricación según Antonio: ¡Ahí va! ¡Serán delincuentes!

Definición de Estafa según Antonio: ¡La Madre que me parió!

Nota del autor: Las dos cartas publicadas como contestación del COIIM son reales. Se ha modificado el nombre del proyectista, del Responsable del Departamento de Visados y del Secretario. También se ha ocultado el nombre del Organismo de Control Autorizado, al cual se le ha puesto las siglas O.C.A. El sello del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid solo se ha desplazado para que entrara correctamente. El resto, y aunque parezca mentira lo que la picha estira, es la respuesta real, sin modificación alguna, a un proyecto ilegal, legalizado mediante el visado ilegal del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, el COIIM.

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