sábado, 4 de julio de 2009

La Corrupción del COIIM (XX)

"36. Dimita, Junta de Gobierno del COIIM, porque cuando un estafador entra en tu vida, puedes darte por jodido, y cuando ese estafador es un Ingeniero Industrial Colegiado, puedes darte por tremendamente follado, pero cuando ese estafador Ingeniero Industrial Colegiado está protegido y amparado con la connivencia del mismo Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, puedes darte por violado y muerto en vida.

¿Les gustaría que les hicieran a Ustedes lo mismo que le hicieron al desaparecido Antonio? Dimitan si les queda una pizca de humildad y dignidad. Porque si la solución a una instalación ilegal realizada mediante unos proyectos ilegales, que fueron convenientemente legalizados mediante el visado ilegal de su Departamento de Visados, es que el ciudadano prosiga realizando disposiciones económicas en una instalación ilegal y potencialmente peligrosa a la cual no darían los permisos y licencias necesarios, esa solución es prevaricativa, estafadora y peligrosa para la Sociedad."


Extracto del Libro: 1.000 motivos por los que debe dimitir la Junta de DesGobierno del COIIM, por David Orejas Demono."

Nota añadida a escondidas por David:

-¿Notan Ustedes, Junta de Gobierno del COIIM, las risas que se pegó ese Ingeniero Colegiado? ¡Kon Kondón, Señor DeKano, Kon Kondón!

-David, definitivamente, necesitas un bozal en tu mano.



Willy se había realizado un completo esquema mental de todo lo que había ocurrido. Solo había una solución que, si se enterara Javier, merecería una severa reprobación por parte de quien era quizás su mejor amigo, el Inspector de Policía que tanto le estaba ayudando en el caso.

Ataviado con una relativa ajustada vestimenta negra, se propuso cometer un delito que, si le cogieran, le valdría unos cuantos años en prisión. Eso era indudable. Los pantalones eran completamente negros. Disponía de seis bolsillos, dos en la parte delantera, dos en la trasera, y dos a la altura del muslo. Todos ellos disponían de una cremallera negra. El ajustado pantalón impediría que se enganchara en cualquier esquina indeseable o en cualquier sitio que le pudiera entorpecer para lo que se disponía hacer. No sobraba tela, no impedía ningún movimiento, pero tampoco le marcarían en exceso el paquete.

Igualmente con la camiseta negra. Disponía de cuatro bolsillos con cremallera oscura, dos en los laterales y otros dos en el pecho. Quedaba perfectamente ajustado a su cuerpo, mucho más que el pantalón. Podría pasear tranquilamente por la calle sin causar ninguna atención excesiva.

Acompañaba a esa vestimenta unos guantes de fina malla de hilo color negro para no dejar huella alguna. También eran del mismo color las zapatillas y los calcetines, al igual que el pasamontañas. Este último era lo más sofisticado que había. Tapaba completamente su rostro y no disponía de apertura alguna para los ojos, orejas, nariz y boca. En cambio, podía ver a la perfección gracias a unos cristales flexibles oscuros antireflectantes, escuchar el más mínimo suspiro, oler cualquier cosa y en cambio, su respiración no podría ser siquiera detectada.

En los bolsillos de los pantalones llevaba una serie de discriminadores. La última tecnología punta utilizada por las agencias de espionaje. Discriminadores de teléfono y de internet. Micrófonos que emitían en una señal codificada para ser recogida con maestría por el portátil que a tal efecto ocultó en su vehículo para las pruebas, y microcámaras casi indetectables a no ser por los de unos experimentados ojos.

Todo estaba planeado de antemano. Los planos fueron convenientemente memorizados. Las alarmas fueron previamente estudiadas. Aparcó en la calle paralela a Hernán Cortés, en la parte trasera del edificio del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid. No había cámaras en la zona mientras que en la entrada principal del Colegio sí las había. Aparcó frente a la obra que se estaba realizando frente al garage de entrada del Colegio Profesional.

Entrar iba a ser algo más difícil. Debía hacerlo por arriba. Un rifle de aire comprimido lanzó un garfio motorizado con una cuerda de nylon. Una cerradura de una puerta para el hueco de los ascensores en la parte trasera fue abierto con experiencia. Un rayo láser protegía la entrada y fue desviado por unos espejos a medida. Una alarma de movimiento en el interior del edifico que fue fácilmente neutralizada. Varios despachos fueron abiertos con maestría y frialdad. A Willy no le aumentó su ritmo cardíaco ni un ápice. Silencio. Solo silencio.

En el despacho del Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid introdujo varios discriminadores para la línea telefónica. Uno de ellos para Internet, otro para el teléfono, otro dentro del ordenador de sobremesa y otro en el portátil del Decano. Un par de micrófonos fueron colocados convenientemente. La situación fue la misma que para el despacho del Director del COIIM. Microcámaras ocultas fueron puestas en ambos despachos. Detectarlas sería porque sabrían lo que habría que buscar y dónde localizarlo.

Una antena emisora y receptora de tecnología WiFi fue colocada, y bien ocultada, en el tejado del edificio. Localizarla sería difícil. Recibiría todas las señales del interior del Colegio Oficial y emitiría la señal recogida al portátil de Willy mediante un repetidor que había en el tejado del edificio donde estaba su despacho que era, al mismo tiempo, su casa.

La trampa empezó. Si se enterara Sonia, no querría ni imaginárselo. Pero si se enterara Javier... y desafortunadamente, más pronto o más tarde se enteraría, se merecería una severa reprobación que lo más seguro es que le supusiera una pena de prisión.

No obstante, siguió con su plan. Era su única oportunidad para averiguar qué le había pasado a Antonio. Por lo que le dijo Sall, daba credibilidad absoluta a su declaración. Si Antonio murió realmente, es porque le tiraron por la ventana. Si el cuerpo de Antonio no apareció, es porque posiblemente, lo hubieran recogido y enterrado posteriormente en cal viva. Ninguna prueba quedó para demostrar lo que había ocurrido. Siguió con su plan. No tenía otro remedio ni otra solución. Elucubrar era gratuito. Necesitaba pruebas y costaría conseguirlas.

Ninguna cámara le detectó pues las sorteó como un felino gatuno agazapado justo en el momento oportuno para esquivar su ángulo de visión. Nadie le vería en las cámaras que grababan en el interior y exterior del edificio. Ninguna huella fue dejada. Ningún pelo suelto, ningún cabo desatado. Descendió por la cuerda. Un fuerte movimiento a la cuerda, combinación de comba y latigazo, fue suficiente para desenganchar el garfio. Se concentró en su recogida, pues a pesar de ser de un plástico de poliuretano tremendamente duro y poco flexible pero casi irrompible, haría un fuerte ruido en su impacto contra el suelo. Lo cogió al vuelo sin que llegara a su destino, la acera. Estaba preparado para absorver la inercia que había adquirido por la aceleración en caída libre.

Nombres negros, nombres prohibidos por parte de los Dioses del Olimpo. Curiosamente, cuando Willy regresó a su vehículo, pensó que ahora también él era un nombre negro ataviado por completo. Afortunadamente, nadie se dio cuenta de lo que hizo. Ninguna patrulla le vio. Todo había salido de acuerdo a su plan. Tres horas y media fueron suficientes. Todavía faltaban dos horas para el amanecer.

Se quitó el pasamontañas y los guantes. Comprobó que todo estaba correcto. El portátil dio muestras de agradecimiento con un único pitido que indicaba que ya podría empezar la grabación. La señal llegaría sin ningún obstáculo a casi diez kilómetros de distancia. Lo comprobó cuando llegó al despacho. La intensidad de la señal, de una escala del uno al diez, llegaba a siete en la oscuridad de la noche. Durante el día, oscilaba entre el cinco y el seis.

Al despacho de Willy le habían colocado micrófonos ocultos. Estaba convencido que había sido el mismo Colegio Oficial, pero, ¿a través de quién? Y además, ¿quién los había puesto? ¿Habrían sido los tres que intentaron ir a por Sonia? ¿Esos, quizá, Albano-Kosovares? Podría ser. Las piezas seguían encajando discretamente.

¿Y por qué no colocarles yo unos micros a estos prevaricadores y estafadores? Ellos son unos asesinos de sueños, pensaba Willy, pero si son algo más, pienso y debo averiguarlo. Tengo la obligación. Si asesinaron a Antonio, lo sabré. Sé positivamente que asesinaron los sueños de un emprendedor, pero toda la historia de Sall debía ser comprobada punto por punto.

A la casa de Sonia le habían colocado también micrófonos ocultos. ¿Y yo me voy a quedar quieto? La trampa empezó. Willy se prometió conseguir información, fuera el precio que tuviera que pagar el que sea, incluso aunque tuviera que ir a prisión por cometer varios delitos. ¿Podría presentar las pruebas, si las conseguía, a algún tribunal y salir indemne sin culpa alguna? Daba lo mismo. Solo sabía que tenía un objetivo. Devolver la dignidad a la familia del desaparecido.


"En parte, la presente video-novela (5ª parte) está basada en hechos reales. Sus documentos gráficos así lo demuestran, no habiéndose modificado alguno. Los cargos que aquí se nombran también son ciertos, no así los nombres de las personas, que han sido cambiados para preservar su dignidad y honor."

Definición de Prevaricación según la RAE: Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.

Definición de Prevaricación según Antonio: ¡Ahí va! ¡Serán delincuentes!

Definición de Estafa según Antonio: ¡La Madre que me parió!

Nota del autor: Las dos cartas publicadas como contestación del COIIM son reales. Se ha modificado el nombre del proyectista, del Responsable del Departamento de Visados y del Secretario. También se ha ocultado el nombre del Organismo de Control Autorizado, al cual se le ha puesto las siglas O.C.A. El sello del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid solo se ha desplazado para que entrara correctamente. El resto, y aunque parezca mentira lo que la picha estira, es la respuesta real, sin modificación alguna, a una instalación ilegal realizada mediante un proyecto ilegal, que fue legalizado previamente mediante el visado ilegal del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, el COIIM.

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