martes, 30 de diciembre de 2008

Así nos va (VI)

"En parte, la presente video-novela está basada en hechos reales. Sus documentos gráficos así lo demuestran, no habiéndose modificado alguno. Los cargos que aquí se nombran también son ciertos, no así los nombres de las personas, que han sido cambiados para preservar su dignidad y honor."

Había pedido hablar con el Director del COIIM. Se sentó a esperar en un cómodo sofá que se encontraba en el Departamento de Visados, el cual se encontraba a la izquierda de la entrada del edificio. Comprobó quiénes estaban trabajando en el visado de los proyectos, todos ellos encarcelados detrás de un largo mostrador. Eran muchachos jóvenes. Calculaba que la media de edad rondaría los 27 años.

Era curioso, pensaba, que los recién licenciados que visaban los proyectos tuvieran tanta responsabilidad. Se preguntó cuántos proyectos eran revocados. Dedujo con frialdad que ninguno.

En ese momento, eran cuatro los que se dedicaban a poner los sellos en los proyectos industriales. Cogió su cronómetro para determinar cuánto tardaban en verificar la normativa vigente y sellar. Se escuchó un leve clic. Pasaron los segundos. En escasos diez minutos, uno de ellos había visado un proyecto al completo.

Había comprobado previamente, antes de salir de la oficina, que se cobraba de media algo más de 100 Euros por proyecto, más de 16.000 de las antiguas pesetas. Con los ojos como platos, hizo unas cuantas cifras. 600 Euros la hora, un precio de hora nada desdeñable, cien mil pesetas a la hora por verificar que los Ingenieros Proyectistas habían hecho sus proyectos conforme la Normativa vigente.

¿Cuánto pagaría el COIIM a estas auténticas máquinas de poner sellos? Intuyó que les pagarían un salario bastante moderado, algo así como 1.300 Euros mensuales netos. Y viendo que todos eran jóvenes, comprendió que nadie se sacaría una carrera como una Ingeniería Industrial para poner sellos como si fueran robots.

Poner sellos y más sellos a lo largo del día era una tarea más tediosa que la de un cajero. No le extrañaba nada que fueran todos jóvenes. Dudaba que alguien durara más de un año en ese trabajo. De hecho, se imaginó a un anciano con barba larga, rodeado de telarañas, poniendo sellos y más sellos a unos proyectos que indudablemente, no se molestaba ni en mirar.

Se levantó, y sin esperar a que bajara el Director del COIIM, se dispuso a salir del edificio para marcharse a su despacho. Un último pensamiento antes de salir del Colegio le detuvo y dijo en voz baja, para sus adentros, como hablando consigo mismo: "a esto se le llama maximizar los beneficios, el resto son tonterías."

Volvió la cabeza comprobando que alguien había salido del ascensor y estaba hablando con la recepcionista. Le miró, sus miradas se encontraron, y sin esperar, salió. Conocía al Director del COIIM por unas fotos y entrevistas de carácter público que se podían encontrar por Internet.

-Pospondré la entrevista para otro día. Antes me informaré mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario